domingo, 29 de noviembre de 2015

5 iglesias, 5 estilos.



Con la llegada de los españoles y la conquista de los pueblos prehispánicos que habitaban México, llegó también la fe cristiana y con ella buena parte de la cultura occidental reflejada en la arquitectura. A lo largo de casi 500 años los estilos arquitectónicos fueron evolucionando, dejando a su paso una gran variedad de edificaciones sacras que resumimos en 5 estilos, cada una con un representante:

Renacentista: Iglesia de San Juan Bautista, Coyoacán, Distrito Federal

Edificada por monjes franciscanos, la cual es fiel reflejo del estilo renacentista, que apuesta por fachadas con formas simples, si bien su interior corresponde al siguiente estilo arquitectónico: el barroco.



Barroco Herreriano: Catedral de Puebla


Su estilo, aunque conserva el rigor geométrico del Renacimiento, comienza a esbozar la grandiosidad del barroco, si bien no por lo recargado de sus elementos, si por las grandes dimensiones de sus espacios. No en balde su construcción demoró 74 años.



Barroco Churrigueresco: Templo de Santa Prisca, Taxco, Guerrero

El término churrigueresco proviene del apellido Churriguera. Los Churriguera, eran una familia de arquitectos barrocos cuya obra se caracteriza porque presenta una recargada decoración. Uno de sus máximos exponentes es el Templo de Santa Prisca en Taxco, el cual, según el relato popular fue construido en siete años. En su interior, sus nueve retablos están cubiertos en su totalidad con oro.



Neogótico: Templo Expiatorio, León, Guanajuato

En un estado profundamente religioso destacan una gran cantidad de iglesias y catedrales. Esta construcción tiene el mérito de ser el máximo exponente del Neogótico en México, tanto por sus dimensiones como por su soberbia estructura. Su construcción tomó 93 años, y fue realizada sin interrupción de 1920 a 2013, cuando fue la visita del papa Benedicto XVI.



Modernista: Basílica de Guadalupe, Gustavo A. Madero, Distrito Federal

La gran afluencia de feligreses de la Basílica de Guadalupe requería de un templo mucho más grande, en el cual se pudiese albergar a la nutrida concurrencia que diario visita a la Virgen de Guadalupe. El templo y el atrio son 1.8 veces más grandes que el Zócalo de la Ciudad de México y su capacidad es similar a la del Auditorio Nacional (10 mil personas).

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